Reflexión

"Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre tí todas tus abominaciones."

"Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabreis quien yo soy."

Ezequiel 7, 3-4

===========

"Es necesario"...

Es lo que he tratado de convencerme todo este tiempo para realizar esta pagina. " Es absolutamente necesario".

Es la única manera que podremos mostrarles la verdad que esconde todos los días este maldito mundo.

Ya llevo mi tiempo en esto y sé, que es muy dificil de aceptar que las cosas pasen así.

Pero aún estamos vivos, aún no somos ni alimento ni carroña de nadie y es momento para que sepan nuestra historia y les ayude en su caminar como cazadores, porque a pesar que aún respiro, no sé por cuanto tiempo más podré hacerlo y no quiero abusar de mi buena suerte, mi locura o el poder de mi escopeta.

Ya es tiempo de empezar.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sobre la línea

Nunca he sido una persona común. Por sobresalir o por no hacerlo, por nadar contra la corriente, da igual. Soy un bicho raro. Y no me preocupa – me importa un bledo si al resto le chocan mis uñas negras o las novelas de miedo. No lo llevo como bandera ni nada por el estilo, pero ser diferente siempre me ha sentado genial. Claro, nunca se sabe cuán diferente se puede llegar a ser.

Desde que tengo memoria lo extraño, lo misterioso, lo fantástico o incluso lo macabro tuvo un brillo especial ante mis ojos. Un brillo escalofriante, si, pero es como el gusto por las montañas rusas. Y no tiene nada de malo; al fin y al cabo la línea entre realidad y ficción estaba lo suficientemente clara. Vale, puede que en alguna parte penen, puede que un grupo de tarados maten gatos en pseudo rituales, todo lo que quieras, pero hasta ahí llega el asunto. Cierras el libro, apagas el televisor, y te vas a dormir… hasta que, sin previo aviso ni razón alguna, te toca ver cómo el cuco se sale del cuento y se sube al mismo vagón de metro que tu (omfg). Lo peor es que sabes que no estás alucinando ni se te pasó la mano en algún carrete ni es una maldita joda para video match. De un día para otro te das cuenta que lo del “no estamos solos” no es solo una frase guay. Nadie más lo ve, nadie los oye, a nadie le interesa imaginarlo tampoco (imposible contárselo a alguien). El punto es que eso sigue ahí y sabes que es real, porque todo dentro de ti grita “esa cosa no es humana”. Y cuando ves cosas una y otra y otra vez… lo mínimo que te preguntas es qué hice yo para merecer esto. También te cuestionas tu cordura (varias veces por semana, personalmente).

Entonces, cuando te sudan las manos de solo pensar en salir sola de noche, puedes ver como todo eso que considerabas cierto o falso, el muro de contención que te viste obligada a construir para mantenerte en el lado “real” de la línea, se cae a pedazos; eso que se interponía entre tus ojos y la verdad ya no existe.

La parte buena es que hay otros como tú. Otras personas que por alguna razón se volvieron diferentes- algunos nos llaman cazadores.

Tener camaradas es lo mejor que te puede pasar. Te caigan bien o no, los elijas o no, creas en lo mismo que ellos o no. No estás solo.

Puedo decir que tuve suerte; si no fuera por aquellos que estaban conmigo cuando desperté (perfectos desconocidos en ese momento) quizás yo no estaría escribiendo esto.

Hasta donde yo se, una vez que empiezas con toda esta mierda lo esencial en tu vida se reduce a caminos simples: vives, enloqueces o mueres. Punto. Las decisiones tienen riesgos más altos (de los que a veces ni siquiera eres consciente. Nadie nace - ni despierta - sabiendo) e igualmente se vuelven simple en lo esencial: pelear o correr – o hablar, aunque no a muchos les gusta esta opción. Si, ahora que puedes verle los dientes al lobo también te puedes defender (o ir a buscarlo para romperle la cara, una estupidez si me lo preguntas). Ahora que sabes que están ahí es posible que aunque no quieras te cruces en su camino mas seguido. Y ellos también pueden verte… por mi parte, la muerte ha pasado varias veces frente a mis ojos; he visto morir a mis camaradas y yo misma he estado al borde de la tumba fría. Te hace pensar que la voluntad de vivir no siempre es suficiente para realmente sobrevivir (scary). Quizás debería estar muerta… como dije antes, he tenido suerte.

Con todo lo que te he contado quizás veas un poco mejor las cosas, o quizás no. Quizás creas que estoy loca y que esto no te esta pasando a ti (total, a todo el mundo le cuadra el “a mi no me va a pasar”). Pero tarde o temprano te vas a dar cuenta de que la ignorancia no es un lujo que te puedas dar. Ahora la línea que te separa de lo desconocido es borrosa y caminas justo al medio. Aunque no quieras, inevitablemente vas a mirar al otro lado. Pero, te digo algo? La verdad, además de ser aterradora, libera. (Depende de ti ver el vaso medio lleno o medio vacío, supongo).

Todos nos preguntamos “por qué a mi”. En mis momentos de optimismo (o locura) pienso que, siendo como soy, por qué no?


martes, 9 de febrero de 2010

Sobreviviendo al gato


Hay un viejo dicho que reza "La curiosidad mató al gato", definitivamente según yo, no tengo nada de gato, pero si tengo de curioso.

Era un día normal, al menos eso creería yo, hasta que un evento para nada normal ocurrió frente a mis ojos, y en un pestañeo desapareció de mi vista, pero no de mi memoria, un evento que desencadenaría elegir un camino que muchos no quisieran, y que una vez tomado, podrían o quisieran morir por él.

Después de ver lo que ocurrió quise dispersarlo de mi mente, irme a casa y olvidarlo, pero a veces la curiosidad carcome, lo que me obligó a volver a ver si se habían enterado, si se había divulgado.

Pero un grupo de jóvenes, mayores que yo por cierto, y de muy malas pulgas a primera impresión, se cruzó en mi camino, o yo me crucé en el suyo, literalmente hablando, lo cual cambió todo.

Realmente no sé si una curiosidad desmedida (o las hormonas), me impulsó a seguirlos para buscar respuestas, que aún pienso si quisiera haber sabido.

Después de un viaje, o muchos viajes de conocimiento y reconocimiento (a estas alturas no recuerdo cuanto tiempo pasó), llegamos a un lugar que nos daría respuestas, o más dudas.

….

Cuando lo vi, fue una mezcla entre miedo, asco, y confusión. Al escurrirme entre ellos para ver que ocurría y entrar al cuarto, pude ver a la sombra flotante con la guadaña atacando a unas personas que actuaban como poseídas, los que hacían sonidos con muebles y emitían gritos guturales; como la sombra cortaba de la cima de sus cabezas, unos tentáculos con ventosas que los manejaban como si fueran los hilos de un titiritero monstruoso; y aquella persona de pie, rodeada de un brillo morado que hería los ojos.

No pude hacer nada, sólo me retiré tratando de contener el llanto y el vómito. No sé que sucedió después, hasta que hubo tiempo de explicar.

------

Es lo más que te puedo decir, ocurrieron otras cosas durante ese tiempo, cosas que no quiero que me hagas recordar.

Recuerda que si buscas algo, puede que lo encuentres, o que eso te encuentre.

Te digo: “La curiosidad mató al gato, y puede matar a muchos más”

domingo, 7 de febrero de 2010

COMPRENSIÓN


No fue mucho el tiempo que pasó hasta que me di cuenta de que lo que había pasado con mí…“amigo” me iba seguir pasando. Fue a las dos semanas de la “desaparición” de Kafe cuando las cosas se pusieron realmente mal. Las últimas dos semanas me las pasé o bien declarando en investigaciones o bien hablando con amigos y familiares de él, ya que, al pasar un par de días decidí que lo más seguro para mí era denunciar la “desaparición” de Kafe como “presunta desgracia”. Me interrogaron más de cinco veces, al igual que a todos los miembros de mi familia, al parecer no nos contradijimos ni una sola vez, siempre he sido un buen mentiroso, creo que la primera regla de toda buena mentira es creérsela uno mismo y, por todos los dioses, yo estaba más que dispuesto a creer que el maldito hijo de puta se había ido y no que yo le había reventado la cabeza con una mancuerna.

Me di cuenta de que todo se había ido a la mierda cuando llegaron un par de detectives a pedirme que reconociera un cuerpo que podría ser el de Kafe, me dijeron que, a pesar de no ser un familiar directo, esto podría agilizar las investigaciones dado que sus familiares tendrían que viajar a Santiago para poder ir a reconocerlo . No puedo negar que el corazón casi se me sale por la boca, pero, en una actuación digna de un Oscar, accedí a ir mostrando mi mejor cara de compungido y preocupado. El viaje se me hizo eterno, sentía la boca seca. ¿Qué ocurriría si en verdad era el cuerpo de esa cosa, si lo encontraron donde lo escondí? Podría pasar el resto de mi vida en la cárcel. ¡Por la mierda! Sentía que no pude haber cometido mayor error que haberlo denunciado. Finalmente tomamos Av. La Paz, estaba a menos de cinco minutos de comprobar si mi vida realmente se había ido a la cresta. Mi nerviosismo aumentaba mientras nos acercábamos al instituto médico legal y, al parecer, los detectives lo tomaron como algo natural, mal que mal iba a reconocer el cuerpo del que se suponía era el amigo que vivió más de un año en mi casa.

Finalmente llegamos, había pasado cientos de veces por aquel sitio, pero nunca me imaginé que la vez que iba a entrar iba a ser para reconocer el cuerpo de alguien al que había matado. Mi cuerpo comenzó a traicionarme, mis manos comenzaron a temblar, un sudor frío recorría mi espalda. Entramos, el lugar no podía ser menos acogedor, bueno, mal que mal es una morgue, no una clínica infantil con dibujitos de Mickey en las paredes. Los detectives mostraron sus identificaciones y me pidieron la mía, a duras penas logré sacar el carnet de mi billetera para entregárselo al guardia, avanzamos por un pasillo mal iluminado para llegar a una puerta de esas que todo el mundo conoce, esas que dicen “Prohibida la entrada, sólo personal autorizado” , los detectives la abrieron y me hicieron pasar, era una sala fría con mesas que, según lo que había visto en las películas, servían para autopsias, dos de las cuatro paredes tenían esas típicas puertas metálicas, de esas donde se meten los cadáveres. Los detectives consultaron al tipo que estaba ahí mostrándole unos papeles, él asintió y se dirigió hacia uno de las puertecitas metálicas, uno de los detectives me tomó del brazo y me hizo avanzar, el funcionario abrió la portezuela sacando al fiambre, sentí como mi corazón se detenía, un escalofrío recorrió mi espalda y sentí un mareo…no era él. Negué con la cabeza mirando el rostro pálido del cadáver.

‐¿Está seguro?‐Preguntó uno de los detectives.
‐Si, completamente.‐Respondí, estaba claro, aunque el parecido era increíble el fiambre tenía
la cabeza entera.
Levanté la mirada y por segunda vez en el día sentí que mi corazón se detenía, ahí estaba él, el fiambre, mirando su cuerpo con tristeza, parado al lado del funcionario de la morgue.

‐Ok, vamos entonces.‐ Dijo uno de los detectives.
‐Si.‐Dije con un hilo de voz.

El funcionario guardó el cuerpo mientras caminábamos fuera de la habitación, no pude evitar mirar hacia atrás. ¿Fueron imaginaciones mías o en verdad había visto al fiambre al lado del funcionario? En esos momentos no estaba seguro, me pasaban mi y una cosas por la cabeza, necesito un psiquiatra, creo que fue una de las primeras que pensé. Mi colapso llegó después de recuperar mi carnet de identidad, cuando iba saliendo del instituto médico legal, ahí fue donde los vi, a todos, a todas esas figuras translucidas, todas esas sombras, camina, sentadas, incluso vi una o dos que estaban sobre los cuerpos de algunas personas que estaban allí, sobreponiéndose a la figura real, la sensación de nauseas fue tremenda, tan tremenda que caí de rodillas y vomité.

‐¿Estás bien?‐Me preguntó uno de los detectives, arrodillándose junto a mí.
‐Si…‐

Me levanté a duras penas, evitando mirar hacia donde había visto las sombras, el detective me llevó hasta el auto, me ayudó a sentarme en el asiento trasero.

‐¿En verdad estas bien?‐ Preguntó.
‐Si.‐Le dije, aunque lo que quería decirle era que no, que yo había matado a Kafe y que me estaba volviendo loco. –Vamonos porfa.‐
‐Okas.‐Respondió

Creo que fue ahí cuando realmente mi cerebro empezó a funcionar…La voz, Kafe, bebiendo de mi vieja, las nauseas, fantasmas en la morgue…En esos momentos me di cuenta de lo que en verdad me pasaba, en esos momentos fue cuando de verdad abrí los ojos, todo calzaba, siempre había creído en espíritus, siempre pensé que podría haber algo detrás de las leyendas y ahora…ahora los podía ver. Diablos, que inocente era en esos entonces, que ciego estaba, já, ver espíritus, aún me asombro de mi estupidez, mi única excusa es que estaba solo, no como otros, a los que los han guiado, los que incluso han tenido maestros que les expliquen que les acababa de pasar, por eso estoy escribiendo esto, para que, si lo encuentran, no tengan que pasar por todo ese periodo de aprendizaje, para que sepan que son, como reaccionar, para que, aunque esto es imposible, no se asusten…para que sepan que hagan lo que hagan nada volverá a ser lo mismo, nunca podrán dejar de verlos, pueden intentar ignorarlos, pero ellos siempre estarán ahí, recordándonos de una manera dolorosa que ellos son los cazadores y que nosotros, nosotros simplemente somos la presa.

Pérdida


No recuerdo muy bien como siguió todo, no es que me volvieran los efectos del alcohol, sino que pasé a modo automático y, bueno, que esperaban, había matado a uno de mis mejores amigos, le había reventado la cabeza para proteger a mi madre y el muy hijo de puta se había empezado a descomponer frente a mis ojos, si eso no te trastorna ni siquiera un poco, entonces es que definitivamente tienes algún problema mental…bueno, no es que esté seguro de no tenerlo, más aún ahora, después de saber todo lo que sé, de ver todo lo que he visto realmente no puedo estar seguro sobre mi cordura. En fin, de verdad no recuerdo que diablos hice con su cuerpo, ni donde metí todas sus cosas, ni siquiera sé si fui yo quien las sacó, tampoco sé que diablos hice con las ropas manchadas con sangre, sólo sé que desperté al otro día, acostado en mi cama apestando a cerveza y a humo, con mi habitación media vacía y un sabor extraño, metálico en la boca. Bajé corriendo y vi a mi vieja preparando el desayuno, a mi hermano viendo tele y a mi viejo en el negocio, todo parecía tan normal que realmente dude si es que en verdad había pasado.

‐Hola. ¿Oye, y el Kafe?‐ pregunté.
‐Buenos días. No sé. ¿No está arriba?‐ Me contestó mi Mamá.
‐No…‐ Diablos. ¿De verdad lo había matado? –Es que sus cosas no están, por eso te
preguntaba.‐ Dije
‐¿En serio?‐ Mi vieja me miró extrañada. ‐¿Y cuando se fue, que no nos dimos cuenta?‐
‐Ni puta idea, a mi no me dijo nada.‐ Contesté poniendo mi mejor cara de poker.
‐Puta, el hueón mal educado.‐ Dijo mi vieja.
‐¿Estás bien?‐Pregunté, omitiendo su comentario.
‐Ando un poco mareada, debo andar con el azúcar alta.‐Contestó sin mirarme, y menos mal
que no lo hizo, o si no hubiese visto mi cara de espanto.

Después de eso el día pasó de manera normal, solamente sazonado con comentarios ácidos de mis viejos sobre mi difunto amigo, pero no les iba a decir: “No se fue, lo encontré ayer en la noche, bebiendo de tu sangre, cosa que tu no recuerdas, así que lo mate y no sé donde chucha metí sus cosas y el cuerpo.” No, este es un secreto. ¡MI SECRETO! El tiempo fue pasando, al otro día me llamó la mamá de Kafe preguntándome si sabía donde estaba, que él no respondía su celular, que había llamado a todos sus amigos y que nadie sabía nada. ¡Mierda! Fui un completo hijo de puta, le dije que él se había ido de un momento a otro, que se había llevado todas sus cosas, que no me había dicho nada y que a mí tampoco me respondía, que si sabía algo que por favor me llamara, porque no sabía que bicho le había picado. El sólo recordar la angustia de su voz, la tristeza de sus palabras, me retuerce el corazón, el no poder decirle que su hijo no iba a aparecer nunca más, que su cuerpo estaba quizás donde, que lo había perdido para siempre… Eso es algo que jamás olvidaré, una cruz que llevaré por el resto de mi vida.

martes, 2 de febrero de 2010

Entrevista

Dicen que del momento de morir tu vida pasa ante tus ojos como si de una película se tratase.
Todavía no estoy muy segura de que fuese cierto, sin embargo, experimentar que tu vida se
extingue y que el segundo en que todo termina está cada vez más cerca, hace que tu cerebro intente aferrarse desesperadamente a lo único que tiene a mano en esos instantes: Los recuerdos.
La mayoría de ellos, un mecanismo de defensa que supuestamente te ayuda a aceptar tu condición, siempre me guiaron a través de los días a la misma pregunta. ¿Por qué yo?

No, te equivocas, no me preguntaba el por qué no me giré antes, no cerré la puerta o no le pasé el
encendedor que llevaba en mi chaqueta; sino, por qué yo tenía que verlos y ser un blanco más
llamativo.

No me entiendes, ¿Cierto? La sonrisa de mi rostro tampoco te explica demasiado, pero créeme, no te engaño, nada ganaría con ello…Pensándolo bien, la decisión es tuya: no me creas, y puede que jamás en tu vida llegues a conocer algo de lo que te contaré. Sin embargo, si el azar juega en tu contra, cuando desesperadamente intentes dar con una explicación racional acerca de lo que estás pasando, desearás haberme puesto mayor atención. De eso no me cabe la menor duda.
Comencemos de lo más simple. ¿Alguna vez has mirado al cielo y preguntado si es que los
humanos estamos solos en este mundo?

¿Alguna vez se te ocurrió simplemente mirar hacia el lado? Deberías.
Te resumiré la historia de mi vida, mi padre se fue cuando yo tenía once años y mi hermana ocho,
las peleas y los llantos cesaron, pero al menos era un hombre decente y siguió en su rol como padre de sus hijas mas no esposo a la distancia. Notas regulares, amistades suficiente, indecisión laboral, carrera mediocre...enfrentémoslo, a simple vista, los aspectos en que alguien me podría calificar como “normal” eran más que altos. Quizás por eso tenía tan buena pinta como ganado.
Llevaba unos meses trabajando en una agencia de llamadas part‐time cerca de mi casa, me hacía la plata para mis cosas y ayudar un poco en mi casa cuando la pensión y el pago de profe de básica de la mamá no era suficiente para las tres. La suerte era que estaba cerca de mi casa, la mayoría de mis compañeros era de mi edad y me ajustaba el horario de modo que las clases de arquitecto paisajista (o sea, una jardinera mas muebles de exterior) no me dieran tope. Si hago memoria… en realidad, no es memoria lo que necesito evocar, son en si los momentos grabados más a fuego en mi mente como ningún otro.

La noche era levemente fría, y como siempre prefería caminar por Bilbao ya que al hospital del
trabajador llegaba harta gente y las calles eran más concurridas. En ese entonces, no me pareció
turbio de que el sonido fuera prácticamente nulo al cruzar la calle. ¿Algo distinto en el aire?.. En mi mente suena gracioso decir que escuché un paso de más que me asustó, pero así fue y felicitaciones a mí, por tener el presentimiento de que algo iba a pasar. Ojalá me hubiesen quitado el celular y ya, pero cuando el tipo este me alcanzo por la espalda casi pego un grito.

‐Oye...tenis fuego?... –Era bastante alto y corpulento, y su conocido estereotipo de moda ligada a
bandas “tarreras” no daba la mejor imagen. Su andar levemente relajado me obligo a mentalizar
que no pasaba de aquella pregunta.

‐No, sorry…‐el practico modo informal, mientras menos estuviera hablando más rápido se iría, que le pasara otro, yo de pronto estaba asustada, aunque para serte honesta, no conocí hasta unos minutos después que era estar asustada, cuando al seguir mi andar pareció no quedarse satisfecho y comenzar a seguirme.

‐Cata, sube: te llevamos.

Un tipo de los veintipocos de siempre me habló desde la ventanilla de un auto, un típico citycar
gris, ocupado por él y tres personas más. La chica que conducía me dijo algo parecido para hacer
más casual la intervención y que lograse captar la confianza que me estaban ofreciendo frente a
aquel potencial delincuente que parecía querer algo más allá de mi banal entendimiento. Respondí escuetamente la intervención, para luego reducir la distancia entre el auto y yo, en un movimiento que me costó –en palabras simples‐ lo que vendría siendo mi primer trauma: Con una agilidad y fuerzas que en mi vida habría esperado presenciar el tipo este me tomó del brazo e inmovilizó solo con ese mero movimiento, basándose en toda mi vasta experiencia contra humanos de súper‐fuerza que parecen querer abrirte las entrañas con la mirada. O con los colmillos, según lo vi después.

Pasó veloz, pero mi mente lo ve más lento. Obvio, lo repasó una y otra vez por noches, intentando buscar la solución más racional que jamás llegó: el me inmovilizó pese a mis intentos por golpearle, y no fue hasta que los demás salieron con prisa del auto en mi ayuda cuando se presentó con su verdadera forma, aquella en que la fuerza parecía apropiada y en la que desesperadamente rogué por despertar. El dolor de mi brazo me enviaba las suficientes señales para decirme que no era una pesadilla, que esa mirada amarillenta taladrándome los ojos era real, y que de pronto iba enmarcada en un cuerpo robusto e imponente, una figura bestial que a mis ojos no pertenecía a nuestro entorno; el hocico del perro más temible que podrías imaginar, deberías multiplicarlo unas 100 veces y aun así creo que el temor que inspiró en mi por poco me cuesta la vida..Ja.

No sé si pasaron segundos, minutos u horas, pero cuando logré reaccionar me vi dentro de un auto del cual yo no conocía, donde intentaban callarme –¿Gritaba?‐ y escapar rápidamente. Los
recuerdos de ese momento son vagos, exceptuando la silueta enorme y peluda que parecía seguir al carro con tanta facilidad como si estuviera manejando otro. Era lo único que veía, y lo único que
sentía era su garra atrapando mi antebrazo, una cicatriz que jamás se fue.

Te daré en el gusto, puedes verla; solo para ver tu cara de espanto al reconocer que el patrón no es una mano humana. Ajá, esa misma.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Inicio. mi version

Siguiendo con la idea original, comienzo a escribir en este lugar.

Es un castigo, piensan algunos y otros que es una bendición de Dios para ayudar en su misión de salvar este planeta. Yo solo pienso que me quitaron la venda de los ojos.

No tenía nada especial. Era una niña tranquila, que le gustaba sentirse independiente, que había venido a la capital a hacer su vida, pero ¿Quién hoy en día no lo hace?

Ya ok, venia de una familia con problemas matrimoniales, pero también ya no es algo anormal en estos días.

No era sobresaliente, ni la más bonita, ni la más talentosa ni nada. Era una universitaria, quizás un poco arriba del promedio, pero promedio al fin y al cabo.

Y ahora… ahora soy mucho más que eso: Soy una universitaria que teme salir de su casa en las noches, que sabe disparar escopetas y que regularmente va a comprar cartuchos a la armería; que ya no anda en metro porque sabe que se topara con un no-muerto. ¿Precioso no?

Probablemente sea una selección al azar y que entre un millón de personas, saliste elegido en esta gran ruleta.

Pueden haber sido muchas cosas, pero de algo si estoy segura ahora: Mi vida cambio y tengo una responsabilidad de la cual ya no puedo escapar. Hoy debo salir a cazar y proteger a este mundo de lo que hay afuera.

Tú lo sabes, lo has visto. Sino no estarías leyendo esto ni nada por el estilo. Sabes lo que hay ahí. Sabes a lo que nos enfrentamos aunque pienses que solo estés sufriendo por un momento de demencia temporal.

Pero hay algo que debo contarte y es que, como tú, también me sentí perdida, también me sentí confundida, también me sentí muy sobrepasada por todo lo que ocurría cuando desperté por primera vez:

Un día normal de universidad en santiago. Con un paro programado desde hace un tiempo por las mismas típicas cosas que piden todos y cada uno de los años. Decidí ir, por mona. El resto de mi grupo iría y no me iba a quedar atrás.

Resumen: quedamos atrapados en la casa central, con los pacos rodeándonos. De verdad pensé que había sido una estúpida en seguir a la masa, pero ya no había nada mas que hacer. Solo esperar.

En eso un hombre se puso a hablar: un cura alto y rubio. Inspiro muy bien a la masa y logro que los ánimos volvieran a su tope máximo, lo necesario para que decidieran “enfrentarse a sus opresores”.

Parecía tan fuera de lo común que un cura, estuviera ahí, alimentando a un grupo de jóvenes luchadores a enfrentarse contra los pacos, que realmente sentí que no había reaccionado a tiempo para salir de ahí hasta que escuche esa voz tan conocida por todos nosotros: “No dejes que haga daño!” Luego el péndulo en la pared: “lo sabes, están aquí entre nosotros”.

Me quede pasmada, pero no lo suficiente como para no verlo.

Ellos, los que se quedaron, también lo vieron y ¡ella se estaba acercando a el!, pero ¡¿Cómo?! ¡Si esa cosa era imposible que existiera! Era completamente irreal!...pero creo que fui la única que lo pensó así, o por lo menos el cura pensaba que era lo suficientemente real como para gritarme que cerrara las puertas de entrada y apuntarle con una escopeta que saco debajo de su sotana. Reaccione lo suficiente como para cerrar las puertas y alejarme de la trayectoria de lo que pudiese salir de esa arma.

Fue todo muy rápido: la crepitación del zombie, la mochila en llamas y la emanación de mi voz después del disparo y el ataque del zombie en contra de ella.

Esa cosa murió después del segundo disparo del cura, o por lo menos se puede decir así a pesar de que nos enfrentamos a un NO-VIVO.

El resto que paso, lo hice solo en estado de shock: la ida a aquel lugar que después conocimos como nuestro refugio, el video donde mataban al profe de una facultad que era todavía mas muerto que aquel con el que nos encontramos y la vuelta a mi casa, a la pensión en donde vivía. Nada de aquello pareció real. Y a pesar de eso las “alucinaciones “ no pararon nunca. Aun no paran, pero ya las he aceptado.

¿Ves? A todos nos a pasado. La historia puede ser distinta en los “detalles” pero al fin y al cabo terminan en que ya eres un cazador y tu misión, amigo mío, es cazar lo mejor posible a todos ellos, antes que te cacen.

Génesis

Se que escribir esto es un error, estoy exponiendo nuevamente a los que amo a cosas que ellos siquiera se imaginan…a cosas que jamás me creerían. Pero, aunque siento que estoy jugando con sus vidas, creo que es necesario para que a otros no les pase lo mismo, para que no cometan los mismos errores que yo cometí.

Como primera cosa no pido que me crean, sé que inevitablemente me tildaran de paranoico, desquiciado, loco y un largo etcétera y, siendo sincero, estaré totalmente de acuerdo. Después de ese día toda mi vida, mis creencias, mis metas se fueron a la mierda. Si, estoy loco y en mi locura he visto cosas horribles, cosas que dejarían helado a cualquiera, he visto el mundo tal y como es…he visto monstruos.

Todo partió el sábado 20 de agosto del 2005, en la universidad habíamos estado en paro desde el 31 de julio hasta el 14 de agosto por problemas internos y cuando todo se solucionó volvimos a tener todas las pruebas y exámenes. Todo buen estudiante hubiese aprovechado ese par de semanas para estudiar, pero yo jamás he sido un buen estudiante y me las tomé como unas pseudo vacaciones. Lógicamente estaba pagué los platos rotos, porque había olvidado lo que había estudiado, había perdido el ritmo y cada día los exámenes estaban más cerca. Por eso con un amigo nos habíamos puesto en campaña y habíamos estado estudiando desde que volvimos a clases, o sea toda la semana. Ese sábado en la mañana tuve la prueba…y me fue horrible. Como todo buen estudiante universitario decidí ahogar mis penas de estudios en alcohol, llamé a mi casa y avisé que iba a llegar tarde, mal que mal un amigo mío, Kafe, estaba viviendo en mi casa y si mis viejos necesitaban algo el podía suplirme, por lo menos de momento.

Eran más o menos las dos de la mañana y yo venía en un estado penoso, apestando a alcohol y tabaco. Todo estaba en silencio, excepto por los autos que pasaban de cuando en cuando por la avenida y los tipos bebiendo sobre la pasarela, yo caminaba solo haciendo eses y pensando en mi preciosa cama cuando, al doblar la esquina, escuché una voz justo detrás de mí: “Están en peligro.” Recuerdo que me giré rápidamente y, no niego que estuve a punto de cagarme en los pantalones cuando no vi a nadie detrás. Fue entonces cuando caí en cuenta: mi familia. Corrí dando tumbos los pocos metros que me separaban de mi casa buscando desesperadamente las llaves en mi mochila, después de dos intentos logré meter la llave en la cerradura, abrí de sopetón la puerta y, tirando mi mochila al piso, subí corriendo las escaleras.

No niego que esto puede parecer increíble, incluso tonto ¿Qué persona en su sano juicio pensaría que su familia está en peligro solamente porque oyó una voz detrás de él? En esos momentos no lo pensé, en esos momentos no pensé en nada, simplemente actué y si no lo hubiese hecho, entonces toda mi familia estaría muerta.

La visión que tuve apenas subí las escaleras fue una de las más terribles que he visto, Kafe, mi amigo, estaba a horcajadas sobre mi mamá con su boca sobre su cuello, sus ojos estaban rojos y desorbitados y en su rostro se veía una expresión de placer que me dio asco. Esto puede parecer casi una escena de película porno, si no fuese porque ambos estaban vestidos y porque del cuello de mi madre caía sangre que manchaba las sabanas y el piso. Al ver esto sentí pánico y, disipados ya completamente los efectos del alcohol, corrí y tomé al que había sido mi amigo del brazo y tire de él intentando que la soltara, pero simplemente movió el brazo y de pronto me encontré metido de cabeza en el closet. La cosa se paró sonriendo.

-Hola Viejo, llegaste justo para comer.-

-¡¿QUÉ ESTAY HACIENDO HUEÓN?!-Grité.

Sin hacerme caso, “eso” se acercó y yo, aún metido en el closet, sentí que me meaba en los pantalones, extendí las manos y grite.

-¡DÉJALA, HIJO DE PUTA!

De pronto sentí un cosquilleo en las manos, un cosquilleo doloroso y vi a la cosa retroceder gruñendo y chillando mientras de su piel salían chispas y humo, me miré las manos sin comprender y, a duras penas y sin lograrlo, intenté pararme mientras la cosa intentaba acercarse, pero siempre al llegar a cierto punto empezaba la humear y lanzar chispas. Al ver que no podía pasar Kafe se giró y avanzó hacia mi madre que seguía tirada en la cama y yo, en un ataque de furia, le tiré lo primero que tuve a mano: una mancuerna de un kilo que estaba en el fondo del closet. La mancuerna le dio en la nuca y la cosa cayó con un ruido sordo al piso, me puse de pie, recogí la mancuerna y me lancé sobre el pegándole de nuevo en la cabeza. No recuerdo cuantas veces le pegué, sólo sé que después de un rato, entre sangre y lágrimas, vomité sobre la masa sanguinolenta que había sido la cabeza de mi amigo, mientras que su cuerpo, al más puro estilo de un relato de Edgar Allan Poe, se descomponía ante mis ojos.